viernes, 30 de diciembre de 2011

capítulo X

Desde aquel día, uno de los más tristes de mi vida, sin dudas, la verdad es que me ha costado mucho volver aquí, a este sitio de intimidad, para volcar lo que siento … Demás está decir que me embarga un sentimiento de profunda angustia; a veces se torna tristeza, otras, ansiedad, o acaso, cierta desesperación. Por suerte, hasta ahora, al menos, no ha llegado a ser depresión. Incluso, paradójicamente, a veces es euforia o… no sé. No es fácil, para mí, hablar o, mejor dicho, escribir acerca de lo que siento porque, francamente, me cuesta a mí definirlo, revelarlo…Cuando me levanto, apenas abro los ojos, todo me parece particularmente redescubierto, revalorizado, el hecho de ver a mis hijos que también se levantan atrás de mí, lo que, hasta hace poco tiempo, formaba parte de uno de los tantos hechos rutinarios, ahora, parece haber cobrado otro valor, otro sabor. Me hace feliz, sí… Hacía tanto tiempo que no podía sentir nada con esa intensidad que hoy me embarga, que, la verdad, no puedo creerlo, es más, lo valoro y se lo agradezco a Dios con todo mi corazón. Por las noches, sin embargo, comienza la angustia, leve, primero, simple preocupación, viene a mi mente el recuerdo de las fotos que vi en estos días – esas infames e inoportunas fotos sacadas con total impunidad y falta de respeto por la salud y la integridad del otro, un ser humano, porque, al fin de cuentas, EL es eso, sólo un hombre más, como cualquiera, un ser humano como todos, que merece respeto, consideración. Aquí surge una cuestión paradójica : se supone que nuestros ídolos lo son por ser altamente respetados, admirados, queridos por sus talentos o valores, sin embargo, cuando se trata de abordarlos periodísticamente, en lugar de resaltar aquello que los ha colocado en ese lugar, no; cierto periodismo, sobre todo, buscar indagar en su intimidad, lo cual, en principio, si el otro, la celebridad, consiente esa actitud, no estaría mal, aunque no tendría por qué ser así, que su vida privada despiertara interés, pero, hay cierto consenso en admitir que su intimidad pueda generar curiosidad, sobre todo, en aquellos que tienden a idolatrarlos demasiado. En ese sentido, el problema va mucho más allá. El periodista o “paparazzi”, con tal de lograr imágenes que capten algo de esa intimidad, viola todo derecho y entra en actitudes, no sólo agresivas, sino, fundamentalmente, que denotan una total falta de respeto, y entonces, la admiración, el amor, la idolatría, todos esos estamentos, quedan pisoteados, manoseados. El artista, la celebridad, me imagino que, en esos momentos, se debe sentir completamente desamparada, vulnerada, violada en su intimidad, en su legítimo derecho a no mostrar lo que no quiere o no le conviene, como cualquiera. Es indignante.
Decía que me es inevitable acordarme de las fotos, de cómo se ve él en ellas, extremadamente delgado, su cuerpo, en un estado de total deterioro. Entonces comienza la tristeza, la impotencia, la templanza de la mañana cede lentamente su paso al enojo, la bronca… Para calmar esos sentimientos, empiezo a tomar alcohol, vicio que casi había dejado de lado, y entonces vienen esas conclusiones, esos pensamientos que parecen obedecer a una lógica paralela. A veces son confusos, otras, como lo fue anteanoche, son en cierto modo, revelaciones. No sé en qué momento, ni cómo, me encontré cavilando sobre el tipo de enfermedad que padece EL. Curiosamente, me resultó muy similar al cuadro de gravedad con el que mi suegro terminó dejando este mundo, más precisamente, el 24 de mayo de este año. Recuerdo con exactitud la fecha porque coincide con la del cumpleaños de mi hijo A., quién, como es lógico, no tuvo celebración alguna este año. Encontré también una similitud casi asombrosa entre la dolencia del hombro con la que empezó su racha de afecciones físicas, y mi propia dolencia en el hombro izquierdo, la cual, comenzó, poco tiempo después que la de él. La suya, en junio de este año, la mía, más o menos, para setiembre. Con el correr de las horas, hasta llegué a fantasear con la idea de que, acaso, debido a cierta conexión supra real habida entre nosotros, esa afección suya, en realidad estaba destinada a mí, pero, como yo siempre estoy desarrollando preceptos, oraciones científicas, invocaciones y todo tipo de prácticas de la metafísica, como estoy tan protegida metafísicamente debido a mi conducta de todos los días,terminó recayendo en él, al estar justamente tan ligado a mí. Siempre pensé que, hasta podríamos ser almas gemelas, pensé o, mejor dicho, fantasee. Luego, al día siguiente, todo vuelve a la normalidad, y lo que, por la noche me parece una revelación, por la mañana, en cambio, me resulta una pavada. En fin. Otra de las conjeturas que aparecieron en mi mente, fue la de que esta aparente afección pueda ser el resultado de todo un cúmulo de sentimientos no manifestados, no exteriorizados, dado las características de su personalidad. Como sea, al final arribó la conclusión que faltaba, la necesaria y más veraz. Recordé, en un momento, alguna de esas conversaciones trascendentales que solíamos mantener con Rosa en épocas de Taller literario, más floridas, más ricas a nivel intelectual. Ella dijo una vez que las enfermedades son la paga por el karma que cada uno acumula en esta vida o trae de vidas pasadas. Una vez que uno ha pagado, que ha resuelto suficiente karma en esta vida, todo ese ciclo de dolencias físicas empieza a disiparse. El equilibrio en la vitalidad del cuerpo se normaliza.
Así, lo creo. De nada vale conjeturar acerca de supuestos maleficios absorbidos por él, luego de haber rebotado en mi cuerpo causal, en mi círculo de amor divino con el que me envuelvo cada noche y, temprano, todas las mañanas. Si está padeciendo esta dolencia es porque, lisa y llanamente, es lo que le ha tocado en suerte, para lavar su karma … Pero estoy segura de que no será irreversible. No…

viernes, 23 de diciembre de 2011

"Amor"

(capítulo X de mi desnovela)

“Amor se fue. Mientras duró de todo hizo placer. Cuando se fue, nada quedó que no doliera”. Macedonio Fernández

Ayer estábamos con mi hermana compartiendo la grabación del programa televisivo en el que estuve el lunes pasado, por la mañana, difundiendo el acto de presentación del libro del Taller Literario que tendría lugar esa misma noche. Era su cumpleaños, por eso, aunque estamos un poco distanciadas, decidí, aun así, visitarla con mi hija Juli y llevarle un regalo. Su esposo, ex esposo o, quien sabe qué carajo es, estaba ahí también, como era de esperar. No fue un problema. Por el contrario, aunque molestó un poco, buscando llamar la atención, con actitudes como, por ejemplo, ponerse a toquetear la computadora de mi hijo, o después, salir a la vereda y, con la excusa de no poder estar parado sin que le doliera la rodilla, abrir la camioneta y sentarse, y yo, sin saber nada, porque ni siquiera fue capaz de pedirme permiso; sin embargo, cuando encontró la ocasión, me aconsejó sobre un desperfecto eléctrico que sufría hasta ayer el vehículo, y poco después me deseó feliz navidad a mí y a mi familia. No sentí que sus palabras sonaran falsas, creo que más bien fueron palabras buscando mi perdón, ese que, por más que lo intento, aún no llega a mi alma. Es la tercera vez que me estafa económicamente, que se queda con sumas de dinero cobradas por anticipado por trabajos mecánicos que no concluye o ni siquiera llega a realizar, como esta última vez, con relación a la camioneta. Por más que me duela en el alma, no puedo perdonarlo, no me sale. Y me duele, digo, porque no puedo evitar sentir afecto por él, por sus hijos, importarme saber, por ejemplo, sobre su reciente nietito, o sobre su hijo Guille que se terminó yendo a vivir a Brasil. En fin, no deja de ser mi cuñado … Y en cuanto a mi hermana, bueno, aquí tendría que hablar largo y tendido sobre ella, sus actitudes duales o, al menos, ambiguas y, francamente, no siento que esta vez venga al caso enredarme en toda esa sarta de sentimientos negativos … No, con la tristeza que me embarga hoy, una tristeza honda, inusitada … Parece abarcar y a la vez sintetizar toda la tristeza reinante en el mundo, en este preciso instante … Esto me recuerda a cierta película de culto, probablemente de Aristarain o tal vez de Subiela, donde uno de sus personajes manifestaba estar tan enamorado – o enamorada, porque creo que era una mujer quien decía este parlamento – que su amor parecía abarcar todo el amor. Y es que, acaso a mí me ocurriera lo mismo, en esa época, esos tiempos en los que mi amor era así, inconmensurable… Hoy, en cambio, apenas llega al rango de cierta, a la fuerza, resignada admiración…punto. Un punto y aparte, pero, no, final, no, no, eso, nunca… Pero hablaba de mi hermana, y, en realidad, todo este rodeo narrativo apunta a recordar un comentario suyo sobre mí en el programa televisivo. Yo, que odio verme siempre, en un momento, critiqué mis gestos. Entonces ella me dijo: “Vos decís eso, porque nunca te ves, pero, es que vos hablás con los ojos” Con los ojos…los ojos…
Ahora, mientras recuerdo estas palabras que, en realidad, están ahí, en mi mente, en mi recuerdo, lo taladran, retumban, se empeñan en hacerse oír o ver, no sé, ahora, decía, pienso, o en realidad, deseo… Ojalá que mis ojos hayan podido expresarle a EL con la contundencia, la precisión, la exactitud, la magnitud, y cualquier otro “ud” que quepa aquí citar, todo lo que él haya necesitado tomar de mí, ojalá, sobre todo, que haya llegado a sus ojos, a su pensamiento, a su corazón, esa palabra, ese nombre que nunca pude pronunciar estando él ahí, más que con la mirada: AMOR,SI, AMOR, AMOR, AMOR….
Siempre tuve la esperanza de que alguna vez fuera diferente. Aunque, admito que, como decía antes, últimamente mi pasión por él se había debilitado, de todos modos, para mí, llegaría el día, ese, en que le podría decir cara a cara que lo amo, que es el amor de mi vida. Pero… Parece que no. No en esta vida, al menos.Padece de una grave afección física. Por otra parte, a mí me quedan muchos asuntos pendientes aún, antes de partir. Además, yo estoy bien así, soy feliz, a mi manera. Claro que a mi esposo no lo amo de ese modo. El lo sabe, además, pero lo acepta. A él aprendí a quererlo y a respetarlo, como, a compartir con él momentos realmente muy buenos. Además, si bien ya no siento esa pasión, ese entusiasmo de la época de nuestro noviazgo, aun así lo quiero e incluso, sigo sintiendo celos, a veces, cuando lo veo que se viste mejor o se afeita… Cosas así, normales en todas las parejas que tienen tantos años de convivencia como la nuestra. Pero con EL…es distinto. Siento que podrían pasar muchos años, muchos siglos, muchas vidas y, aun así, ese sentimiento permanecería incorrupto, porque es de otra naturaleza, una que no logro descifrar aún. ¿Platónico, etéreo?, sin dudas… pero la cifra, aún no aparece.
La cifra del dolor
Donde resolverla, exhibirla
Sin ahogarla en mil lágrimas intrusas
La precisión de aquello
Ni siquiera se llega a ahondar
Porque apenas se lo roza
mata de amor, de impotencia
¿cómo perfilarla?
¿o aceptar que ya no ocurrirá
la mirada clavando aquel ensueño taciturno
endiablado de ángeles surcando
mis mediodías?
¿qué verbo puede colmar
el silente silencio como insulto
de ninguna explicación bastando
ni siquiera la natural e irreversible
la aniquiladora de mi esperanza
toda?
¿cómo hacer para seguir asomando sólo
la punta del iceberg del secreto insondable
hoy enmudecido
o quizá, para siempre?
¿Con qué teoría religiosa o filosófica
se puede dar respuesta a esta locura irrefrenable
esta desesperación?
¿Cuál sortilegio, hechizo conjuro
podría rebobinar el tiempo un poco
apenas cuando aún podía imaginar un encuentro final,
acabado, completo, íntegro,
no, eternamente dibujado sobre una forma sutil?
Quizá te estés desmaterializando
Pero aunque tu espíritu primero vuele ascienda
Etéreo emerja en su gracia final,
tarde o temprano volverá a derramar su jugo
sobre mi parsimonia.
Yo, mientras tanto, seguiré alimentándome de
Luz, colores, flores, amaneceres, abrazos reales o ideales
Bellas o gruesas gotas de rocío, de lluvia, auroras, crepúsculos,
Tenues brisas, frágiles membranas, libros angelados o demoníacos,
Vida, amor, bondad, libertad, alegría, cielo, nubes, niños…
Musas del día, de la tarde, de la noche
Néctar, musas , música, canciones
tus canciones ….

A EL – mi músico del alma …

domingo, 4 de diciembre de 2011

Capítulo VIII

Pensaba cómo empezar este tramo de la historia… Y se me ocurre, así, en una primera instancia, que el prefijo “des”, de algún modo, también expresa ideas de contraste, la idea de la cosa o instancia que contrasta con otra…
Me propuse, a modo de contraste con mi habitual tendencia a expresar por escrito sólo cosas ligadas a la negatividad; que este capítulo, en cambio, iba a tener que ver más con la valoración, en todo sentido, o acaso, en el sentido irreductible que abarcaría el “todo” del que estoy hablando, es decir, el afecto, o, mejor dicho, el amor…
En cuanto a este concepto, el amor – amor, falta de muerte, o sea, vida, sentir la vida, sentido de la vida, de ésta concebida como verdad, concepto que platón asociaba con el de la luz, portadora de vida; y le daba carácter erótico, es decir, ligado a las ideas de bien, las que no pueden estar más que asociadas al amor - uyyy, creo que me puse demasiado filosófica, ¿o sofista o retórica?, quizá algún licenciado en filosofía podrá contestar esa pregunta al leer esto e incluso, no me ofendería si me deja un comentario al pie, en fin, prosigo - decía que me propuse, hablar aquí sobre el amor en sentido más amplio y, al mismo tiempo, más simple, esencial, verdadero o, digamos mejor, real, cotidiano … Me puse a pensar por qué, esa insistencia de expresarme sólo cuando me hallo ante situaciones o estados de ánimo conflictivos, en lugar de hacerlo con relación a la valoración… por qué la escritura me sirvió únicamente o, al menos, básicamente, para expresar ideas ligadas a ese caprichoso, obsesivo, casi impertinente prefijo “des” - desconcierto, desconfianza, descreimiento, desilusión -, en lugar de poder resaltar a través de ella, sentimientos positivos, de valoración, como decía antes, de mis hijos, por ejemplo, hablar de ellos y sus cualidades, como hacen tantos poetas amigos, que adornan sus poesías con imágenes angélicas o floridas al hablar de sus hijos, sus nietos, sus parejas … Esta pregunta, casi de inmediato, derivó en otra aún más profunda, ¿ puede, acaso considerarse literario un texto que sólo resalte cosas positivas o, más precisamente, no conflictivas? Un texto que sólo embelesa, ¿incomoda?, ¿ no es acaso lo que incomoda; lo que conmueve, o, como diría el viejo Artaud, conmociona?... En la facultad, vimos, sobre el último trimestre del año, algunas nociones sobre Estética, donde se decía que el concepto estético ligado a lo bello era un concepto antiguo, que lo estético está necesariamente ligado a lo ético, o sea, al comportamiento humano, a las ideas morales, y que en un sentido profundo, dichas ideas están siempre enmarcadas en un contexto histórico, y como, a su vez, los hechos históricos no siempre son felices, más bien, tienden a ser dolorosos para que queden en el recuerdo y muevan a la reflexión de la humanidad, entonces, se concibe, sobre todo, en los últimos tiempos, una estética de lo “feo”, o sea, de lo que busca expresar lo duro, doloroso de la vida, para mover a la reflexión, para sacudir… En ese sentido, la literatura, es esa función específica que tiende a incomodar, a agregar un plus semántico al texto, que lo saca de su mera función expresiva…
Todo este razonamiento, es obvio que, busca justificar mi actitud, sin embargo, por alguna razón que, acaso puede tener que ver con cierto sentimiento de culpa, no me llega a conformar a mí, internamente… Siento que mis hijos merecen que hable de ellos, que los valore y resalte sus virtudes, sus rasgos positivos, su bondad y paciencia para conmigo, porque se lo merecen, aunque quizá esto suponga un ejercicio que carezca de valor literario; aunque no todos ellos hayan podido hasta ahora obtener logros demasiado concretos. El mayor, criado en gran medida por mi madre ya que yo trabajaba muchas horas y además estudiaba, al haber recibido una educación fuertemente influenciada por la exigencia y la disciplina, como la mía y la de mi hermana, ha sido un alumno excelente, aún hoy, en la facultad, donde está a punto de recibirse de Licenciado en Composición musical, carrera que, de hecho, le ha facilitado ahondar en su veta creativa, con resultados en los que, realmente, se puede apreciar su gran talento; además, practicó karate durante mucho tiempo, llegando a recibir el cinturón marrón… Tiene además una gran lucidez y rapidez mental para componer, es decir, escribir sus ideas musicales, en una partitura, yo lo admiro, por eso, profundamente… A mí, en cambio, me cuesta mucho trasladar las ideas al pentagrama, tardo horas en transcribir una frase que a él le lleva sólo minutos… Mi hija, la única hija mujer, es también muy inteligente y aplicada en la escuela, ya ha tenido también algunos logros, tanto en el idioma francés como en el inglés, y está terminando el colegio secundario sin llevarse materias, lo que hoy en día, es un logro mucho más notable que en épocas pasadas… Esto me recuerda la conversación que mantuve ayer con Ali y su hijo, pero luego vuelvo sobre esto, no quiero dejar de hablar primero de mi hijo menor. Siempre fue especial, o movió en mí sentimientos que acaso los otros dos no llegaron a mover, por varias razones, en primer lugar, porque con los otros dos, yo siempre trabajé, es decir que, al menos, en parte, tuve que delegar su cuidado a otras personas, a mi madre, mi suegra… En cambio el menor fue criado enteramente por mí, ya que yo había dejado de trabajar en relación de dependencia, sólo me limitaba a dar clases de apoyo escolar en casa. Además, el, ni bien nació, tuvo algunos problemitas de salud que hicieron que yo tuviera que dispensarle un cuidado más personalizado que a los otros. El caso es que siempre fue muy amoroso, bueno y apegado conmigo, pero irritable y bastante intolerante para con todo lo que implicara cierta exigencia para con él. El problema mayor comenzó con la escuela. Aunque fue bastante dócil en salita de tres años de jardín de infantes, ya en salita de cuatro y en pre escolar, todo fue mucho más duro. Luego vino la educación primaria, siempre con algunas dificultades, sobre todo a partir de quinto año. Sin embargo, con mi ayuda las fue sorteando. Terminó séptimo año con lo justo y llegó el momento de pasar al siguiente nivel, el secundario. Repitió primer año, ya que a mitad del año pasado dejó de preocuparse en intentar siquiera estudiar algo, o entender los razonamientos matemáticos. Este año, aunque, sorteando algunas dificultades, entre las que se incluía, por ejemplo, la admisión en el colegio por segunda vez, aun así lo intentó, pero fue en vano, la experiencia resultó peor que la anterior. Lisa y llanamente, abandonó los estudios. Esto me preocupa un poco o, más bien, me genera culpa, ya que siento que no lo incentivé lo suficiente, pero, por otro lado, me pongo a pensar de que ya tiene catorce años y no puedo seguir estándole encima, asumiendo sus responsabilidades, hacerle yo las tareas, para que después termine entregando los exámenes en blanco o no haciéndose cargo de nada. Entonces le di a elegir. Le dije que no quería que siguiera perdiendo el tiempo de esa manera, sentado sin hacer nada en la escuela, o en la calle, mientras yo creía que estaba en la escuela. Prefiero que esté en casa y no, en la calle, le dije a él y luego, a mi marido. Así fue, hoy está en casa, sí, pero, se la pasa, la mayor parte del tiempo, en Internet, aunque me consta que transcurre mucho tiempo navegando e interactuando en páginas de arte norteamericanas, cosa que no veo tan mal… El resto del tiempo, salvo, cuando se dispone a ayudarme en alguna tarea hogareña o se cocina para él, ya que se ha vuelto, desde hace un tiempo, vegetariano; mira televisión, quiero decir que, jamás, o muy rara vez lee algo. De todos modos, estamos mi marido y yo, indagando sobre las actividades que le gustaría estudiar o perfeccionar, con miras de anotarlo, el año que viene, en algún curso de capacitación. En cuanto a la parte humana, aunque sigue siendo bastante gruñón conmigo, bastante reacio, además, a obedecerme o darme alguna muestra de afecto, es muy compañero, es bueno, conversa a menudo conmigo o mi madre y de ese modo despliega su faceta más amorosa o familiar.
Vuelve de modo recurrente el recuerdo de la conversación con esa gente, esta vez, relacionada con el tema de los oficios. El hijo de Ali me contaba que él también había dejado el secundario y estaba haciendo el EMPA (escuela de enseñanza media para adultos), porque su meta era la de ser músico,como su padre, y que, un amigo de él, lo había abandonado también pero, en cambio, había hecho un curso de diseño gráfico y gracias a él, enseguida había conseguido laburo como diagramador de un medio gráfico. Esto me dio cierta tranquilidad. Yo le contaba que mi hijo menor tiene especiales cualidades en esa área, gran facilidad para el manejo de programas que yo nunca, hasta ahora, fui capaz de aprender a usar. El entonces, me animaba a que yo buscara incentivarlo por ese lado, para que el tuviera una salida laboral rápida. Consejo que pienso tomar, dicho sea, de paso.
Volviendo a aquella conversación, justamente, en relación con esto, poco antes, habíamos hablado, todos, sobre lo difícil que resulta que un joven hoy termine el nivel medio. Ali, entonces, manifestaba que esto ocurre, en parte, debido a cierta reticencia, de nuestra parte, para con la imposición de límites fuertes a nuestros hijos. Yo estuve de acuerdo con esa idea. Agregué que asumo mi responsabilidad de no haberle exigido a mi hijo menor, lo suficiente. Ambas concordamos con que venimos de ámbitos familiares y educativos, regidos, en cambio, o paradójicamente hablando, por la sobre exigencia. Como sea, al parecer, lo que hace falta es lograr un equilibrio en ese sentido, es decir, sin caer en el autoritarismo, debemos, los padres de hoy, ponernos un poco más fuertes y seguros a la hora de impartirles pautas educativas a nuestros hijos, y regir sus conductas. Pero también se tocó el tema de la discordancia entre el modo cómo se imparten los contenidos educativos a nivel institucional y las expectativas de los chicos de hoy, quienes, básicamente se expresan y realizan todos los procesos cognitivos, a través de lenguajes visuales, que la escuela de hoy, desconoce o apenas logra incorporar, y de vez en cuando, a través de una o dos materias, como informática o formación ética, en la que, a veces, se proyecta alguna película y se la discute. Fuera de esto, lo demás se sigue gestando y ocurriendo como en la época en que estudiábamos nosotros, con la desventaja de que, encima, donde se han corrido o desdibujado los límites es en los mecanismos correctivos de la conducta estudiantil, o en el nivel de exigencia en los rendimientos. Todo esto, lejos de ser una estrategia favorable para acercarse como docentes a las expectativas de los jóvenes, sólo ha contribuido a empobrecer el nivel académico de la educación secundaria, todo lo cual, ahonda aún más la brecha entre ésta y la universidad.
Desde ya que este panorama no muy alentador, merece un debate más extenso y profundo. No es mi voluntad, aquí, realizarlo, en primer lugar, porque no es ese el propósito de este trabajo, en segundo lugar, porque soy apenas una libre pensadora que ha cumplido algunas funciones en la docencia, pero nunca, hasta ahora, al menos, ha trabajado en colegios secundarios.
Si quiero resaltar lo positivo de todo el momento, donde hubo un diálogo cálido, sincero, distendido, entre todos: Ali, su hijo, Ana, en lo que podía intervenir; todo lo cual, me permitió descartar mis dudas sobre si podía haber algún conflicto entre Ali y yo, o si a ella le pasaría algo conmigo. Dicho encuentro quedó coronado por los besos y abrazos de Ana que a mí me llenaron de felicidad. Estuve después en lo de mi madre, donde en cambio, la energía cambió para mal. Allí tratamos un asunto que, si bien, considero de poca monta, de todos modos, aún hoy me preocupa. La madre del dueño del instituto de la localidad vecina sigue insistiendo con que yo tengo una deuda monetaria con ella, sin entender, sin mostrar ninguna disposición, incluso, a entender que, las condiciones cambiaron rotundamente, y que soy yo la que podría demandarla a ella por estafa; a ella, a mi cuñado e incluso, a mi hermana. Si no lo hago es, básicamente, por ésta, mi hermana, porque, a pesar de todo lo que me viene perjudicando hasta hoy, no puedo evitar amarla y desearle lo mejor. No me voy a poner a explicar, aquí, el tema, porque, no sólo, es irrelevante, sino que, es largo de explicar. Merecería un capítulo aparte. A lo mejor, se lo conceda más adelante… Hoy, no. Prosigo. Decía que, el encuentro con mi madre y mi hermana cambió mi energía, sin embargo, no me dejé abatir, no permití que la desagradable conversación , colmada de advertencias o más bien, de amenazas, influyera para interrumpir mi propósito, que era seguir distribuyendo las invitaciones para el acto. Así fue que di con Marga, a quien no veía, hacía más de dos años. La encontré bastante mal de salud. Desde que murió su madre, la pobre no ha podido asumir ni la pérdida, ni el sentimiento de culpa que le provoca, no haberle tenido la paciencia que, supuestamente, merecía su madre que se le dispensara, en vida, en los últimos tiempos, cuando ella y su hermano la cuidaban. Ni el psiquiatra aún le ha podido hacer entender que los cuidados eran demasiado intensivos, que ellos, su hermano y ella, hicieron lo humanamente posible, teniendo en cuenta sus propias edades avanzadas, sus propias responsabilidades familiares, la relación afectiva que los unía a ella. El caso es que, viene arrastrando una especie de mal de Parkinson que los neurólogos no pueden dilucidar muy bien, y está siendo tratada por psiquiatra, psicólogo, neurólogo, kinesiólogo; además ya casi no puede salir a la calle porque apenas se mueve, se marea y tiene miedo de caerse, de hecho, se ha caído once veces en los últimos tiempos. Conmigo conversó un montón, sobre todo eso y más… Espero que la hija la lleve al acto. Muy simpática y solícita, se comprometió a que así sería… El destino final fue la casa de Ester. Con sus más de noventa años, aún está viva, pero sufriendo acaso la peor de las condenas: haber sobrevivido a dos hijos; encerrada, con depresión. Desde ya que, no sólo no hablé con ella directamente, sino que, no hubiera querido hacerlo. Habría sido experimentar demasiada intensidad emocional en un mismo día. En cambio, le entregué la carta de invitación a una de las nietas, quien, también se comprometió en tratar de ir al acto…
Ya en mi casa, comencé a reflexionar y a ver toda esta serie de encuentros, como gestos de afecto, tanto, recibidos, como dispensados, lo cual, me conmovió. Incluso, el de mi hermana misma, quien, en un momento de la discusión, en la que yo reproché que a mí nadie me quiere, que ninguno de ellos, mis familiares más directos, parece velar por mí o ponerse a mi favor en los conflictos; me abrazó y me profirió besos por toda la cara, de un modo muy similar a cómo lo había hecho Ana.
Es por esto que, no quise, dejar pasar por alto nada sin narrarlo de algún modo, al menos, éste, el de la revalorización…

miércoles, 30 de noviembre de 2011

mi desnovela - capítulos I a VII

Capítulo 1 –
Des: prefijo que significa “falto de/quitar a algo un elemento… ¿su elemento? El que esté leyendo esto – así sea, en mi imaginación - , se preguntará – porque, convengamos que, en la realidad, si habré tenido hasta ahora quince o veinte lectores reales, es mucho decir, en fin, continuemos – se preguntará el que sea, vos, flaco, te preguntarás, por qué la elección de este vocablo, de este prefijo, o mejor aún, de los vocablos que lo llevan…Pero, para no desordenar el análisis, empecemos por el vocablo que le da título a este … ummmm , a…esto, sí. He elegido este término Des novela, luego de haberlo meditado bastante, debido, en primer lugar, a que han sido muchas las veces que gente de mi familia o amigos me reclamaron que escriba una novela- género, al parecer, más serio, más solemne, da cierto prestigio o agrega un plus al prestigio que otros logros literarios han forjado en uno - y me he negado, ya que reconozco mis limitaciones a la hora de encontrar una historia, algo que pueda yo ficcionar, fuera de mi propia persona, de mis conflictos; en segundo lugar, porque se asocia con otros vocablos que llevan ese mismo prefijo y, de algún modo, me contienen, me identifican, forman parte de mí. “despropósito”. Sí. Esto podría verse como un despropósito, pero también, otras cosas que me han pasado últimamente y que aun no entiendo muy bien… Desesperación, desinterés, desmantelamiento, sí, de estructuras internas, más que nada, desilusión…Es seguro que otros han de sentir eso por mí. Soy consciente, incluso, lo sé, de que me deben criticar por mi falta de seriedad, de compromiso pleno con esta actividad de la escritura…o des escritura, escritura que se deshace, se desmaterializa, se desprende por puro afán retórico de mover mis manos, como si ellas se conectaran de algún modo con mi mundo interior, el que, raras veces se deja entrever – uyy, se me escapó una palabra con un prefijo intruso, se trataba éste, de un ejercicio con vocablos que empiecen con “des”, no con “en”, no quiero nada “entrometido” en mi…¿relato? … sigo…y… sí, algo de eso hay, creo yo.
Hoy al mediodía, recordando los sucesos más recientes de esta semana, noto que hay siempre un denominador común,  un defecto que vengo arrastrando desde hace rato; el no hacerme cargo de mis errores, o, no, no sería esa la palabra correcta, no son errores los que cometo, es desidia, lo que me embarga luego de un tiempo de estar haciendo determinadas cosas. Es como lavar cierta culpa, la que me lleva, por ejemplo, o no poder resistir la cara larga de mi hija, cada vez que me pide una ropa o zapatos y recibe de mí una negativa, y entonces termino cediendo, comprándole todo lo que pide y más, aunque, más tarde me arrepienta de hacerlo…A veces soy yo la que me compro, un poco a hurtadillas, una prenda juvenil y, como no puedo soportar después su cara de disgusto, se la termino dando a ella, como si eso me hiciera sentir mejor, cuando, en realidad, no, por el contrario, me termino sintiendo peor que antes - .Antes decía que, al analizar los hechos más recientes, llegué a la conclusión de que algo hay con respecto a ese desinterés, aunque no es exactamente eso, es más bien, ese cansancio que, en mí, deriva en cierta actitud descomprometida, demasiado, a veces, en lo que respecta al trabajo. Sé también que esto tiene absolutamente que ver conmigo, con mis expectativas, con la energía que puedo hoy destinar a estas cosas, con el poder de convicción, antes tan sólido en mí, y hoy, tan debilitado. Hace mucho tiempo, muchos años, demasiados, que vengo luchando por un reconocimiento dentro del terreno literario y cultural, y ahora que, paradójicamente, los logros se van dando, logros en la zona donde vivo, al menos, resulta que estoy … desinflada, desganada, desahuciada, y entonces vienen todos esos des, esas palabras atadas, dominadas, dependientes absolutas de ese odioso e indeseable prefijo, pero no por eso, menos presente hoy, al contrario, cada vez más frecuente es el uso de estas palabras. Pero una de ellas, se impone lejos a las demás, la que es probable que le haya venido dando sustento a las demás:
Desilusión. Desilusión. Desilusión…
(fín del capitulo 1)

II) Descreimiento. Esta es otra de las palabras que más me vienen rondando por la cabeza. Comenzó a aparecer, más o menos, en la época en que decidí por segunda vez, replantear mi vida, luego de atravesar una serie de contratiempos relacionados con mi actividad artística – claro que la gravedad de estos contratiempos no fue, para nada, del calibre de aquellos que motivaron el primer replanteo en mi vida adulta, el que me llevó a cambiar de carrera, de laburo, a ahondar más en mi interior, el que despertó en mí la creatividad, el que me conectó con el arte, el que influyó decisivamente, a dar un nuevo rumbo a mi vida, ése que me llevó a conocer a mi esposo. En este último caso, a diferencia del anterior, simplemente me di cuenta de que era necesario reorientar parte de mi energía hacia otros aspectos que había estado descuidando como, por ejemplo, mi aspecto personal, el de mi casa, la relación con mis hijos, mis asuntos domésticos, todo, por ir atrás de quimeras que, en ese momento, en cambio, me empezaron a parecer vanas, o ambiciosas, o demasiado lejanas, casi inalcanzables. Esto fue lo que, de algún modo, me hizo perder la fe en ellas, primero, y luego, en mis expresiones artísticas en general. Yo sentía en ese momento que, por más esfuerzo que pusiera, por más que me empeñara en obtener esos logros, menos lo conseguía, más se alejaban, estaba, por así decirlo, demasiado obsesionada con ellos, y eso me daba poca distancia, poca objetividad, para analizar y dilucidar la razón de que los proyectos fallaran. Porque algo estaba fallando, sí, pero no me daba cuenta de qué. Un día, más precisamente, una tarde, en Rosario, en plena Feria del Libro, en uno de los stands donde exhibían libros de autores locales y de la zona, insistiéndole al encargado para que me dejara exhibir mi cuaderno de relatos, de golpe, algo iluminó mi entendimiento, una observación muy simple, en realidad, pero que yo, hasta ese momento, no había logrado realizar debido a mi ceguera. Las publicaciones que había, todas ellas, habían sido editadas mediante editoriales, y esto les aportaba una mejor encuadernación, una mejor imagen, en definitiva, más valor a los ojos de los que indagaban en los estantes, buscando algo novedoso. El encargado, igual, me los aceptó, pero, esta situación no me alegró, no. Ya había penetrado la otra idea, en mi interior, lo suficiente como para empezar a derrumbarme. Sin embargo faltaba la gota que rebalsó el vaso. No tardé en encontrarla. Bastó con caminar algunos metros y toparme con el stand de la Editorial de la Municipalidad de Rosario, para dar con ella. Allí, exhibido en el estante principal, estaba el libro de un colega mío. Reluciente, con tapa color, excelente encuadernación. Es que mi colega, hacía poco, había ganado el segundo premio en el certamen de narrativa organizado por dicha entidad, y como premio, le habían editado el trabajo ganador. No fue envidia lo que sentí, no; al contrario. Me alegró verlo, por él, yo lo conocía bastante. Le tenía aprecio y además, respeto por su obra. Un hombre muy lector, muy serio y responsable. Simplemente esto me hizo abrir los ojos sobre lo que me estaba pasando a mí. Venía, encima, renegando como loca para tratar de publicar una revistita con el taller literario, y, como se la habíamos dado a una de las chicas que venía al taller para fotocopiarla, con la intención de ahorrar costos, no salía nunca… Era necesario cambiar la actitud., lograr un mejor posicionamiento y para esto, no escatimar ni en costos, ni en confianza en mí misma…
Lo entendí, creo; al menos, racionalmente, la convicción penetró en mí y fue reelaborando mis concepciones, comencé a bajar mis expectativas, a ajustar más mi perspectiva, antes, bastante distorsionada. Sin embargo, al llamarme a la realidad del lugar donde me hallaba situada, tanto a nivel laboral como intelectual, empecé a sentir cierto descreimiento. Es cierto que, por un lado, este ajuste de consciencia, esta revalorización de propósitos, fue positiva, ya que me permitió bajar la ansiedad, la angustia en mí, pero, paralelamente, sucedió algo que no había previsto: descendió también mi fe, esa confianza en mi propósito verdadero, en mi “misión”. Este sentimiento empezó a progresar al punto que, en un momento, llegué a querer tirar por la borda, todos mis logros artísticos, olvidarlos, quemar aquellos cuadernos, las publicaciones inútiles, que sólo servían para juntar polvo, para contribuir al arribo de polillas, cucarachas, todo tipo de insectos… Lo artístico, de inmediato, se me conectó con la mugre, con la oscuridad, con el amontono, con el excesivo arraigo… Entonces, emprendí un camino de limpieza masiva…Qué suerte que no llegué al extremo de quemar o tirar, literalmente hablando, el cuaderno de relatos que publiqué y del que me sobraron un montón de ejemplares, como, tampoco, los otros de antologías, o cosas así. Esta limpieza sólo se limitó a los periódicos, revistas culturales, diarios viejos, y objetos obsoletos, también, ropa, limpieza de ambientes… Mi casa, en poco tiempo, mejoró notablemente-su aspecto, digo-mi casa interior, yo creía, estaba convencida – forzadamente convencida- de que también había experimentado una renovación, una limpieza…
En realidad, no tardé en darme cuenta de que esa limpieza, ese desapego, habían sido forzados. Ese era el motivo del descreimiento. En realidad, no era descreimiento hacia lo artístico, sino, a la inversa, descreimiento del proceso de transformación que yo estaba queriendo producir en mí. Estaba bien en parte, en lo que tenía que ver con lo material, pero, a nivel espiritual, me faltaba algo, esa sustancia que le había dado un sentido profundo a mi vida hasta ese momento y ya no estaba, se había ido, o, al menos, lo estaba haciendo de a poco, lentamente…
Algo se corroía, al mismo tiempo. Eso que había estado en un lugar tan alto, esa suerte de Totem, lentamente se desmoronaba, se volvía de arena, se desgranaba, como el país, como la sal…
(fín del capítulo II)

III) Es asombroso el poder de la mente. El modo cómo construye, a partir de imágenes almacenadas en la memoria, extraídas de todo tipo de estímulos – películas, libros, videoclips- situaciones y hasta historias de vida completamente imaginarias… ¿O serán acaso, recuerdos de otras vidas? Esos recuerdos o construcciones se filtran a través de los sueños, se delinean en los sueños. Sin embargo, así como se construyen, con la misma rapidez, se esfuman.
Intento recordar lo que soñé pero es en vano. Pude retener apenas algunas imágenes sueltas, pero el relato en sí, la historia, desapareció, se esfumó, se fue… Apenas pude retener una imagen: la silueta del rostro de una joven quedaba estampada – como una serigrafía – sobre la superficie de una columna. Era el rostro de una doncella. Al parecer se había fijado porque un joven caballero, mientras ella charlaba y se divertía con unas amigas, tras haberle pedido, cortésmente, permiso, le había tomado una fotografía en ese lugar. Todos, ellas, el joven, luego de esto, se habían retirado alegres, distendidos.
Más tarde vino otro joven, aparentemente el novio de la doncella, que la estaba buscando. Al pasar por allí, advirtió de inmediato la imagen impregnada sobre la blancura de la columna e, indignado, se retiró. El lugar quedó, por un momento, desolado. Entonces se oyó una voz en off – la voz de un narrador – que decía algo así como esto: “el joven Sebastián (podía haber sido Jack o Thomas), apenas podía con su indignación, con su enojo. El, que ni siquiera había logrado llegar a ser la imagen de sí mismo…”. Me desperté sobresaltada tras oír estas palabras tan enigmáticas, que encierran un significado tan profundo como incomprensible, al menos, a primera vista. Alcancé a oír también algunos sonidos, pasajes de videoclips se filtraban en la habitación, contraponiéndose, rotundos, a la melodía, la voz y el ambiente que yo aún recordaba de lo que acababa de soñar. Era indudable que todo provenía de otra época, los vestuarios eran de otra época, la casa, el registro de los diálogos, todo, todo.
Mi hijo acababa de levantarse y ya había prendido la tele del comedor. La de su cuarto también estaba encendida. Yo entonces, me levanté también, apagué esta última y me dispuse a tomar mi desayuno…
Qué habría querido decirme algún ser de luz con este sueño… Quién sabe. Tal vez haya yo, viajado a los planos astrales y me haya encontrado, en ese momento, en alguno de los palacios etéreos, presenciando aquella escena o, quién sabe… Algunos pueden pensar de que pueda tratarse de un recuerdo de alguna vida pasada, es posible, todo es posible. A mí, más que nada me quedó el mensaje de la voz en off: él, que ni siquiera había llegado a ser la imagen de sí mismo…, por alguna razón furtiva, vaga, aún indescifrable, sentía esta afirmación como propia, como una suerte de advertencia, como un llamado.

Capítulo IV)
Aire. Retención…no, prolongación , al fin, de los momentos. Esto, como el resultado de… Están sucediendo, están pasando cosas, está pasando algo bueno, la vida se está pudiendo disfrutar, vivir con plenitud, por fin, por fin… sí. Hacía bastante tiempo que no podía batallar contra aquel fastidioso prefijo. ¡Basta de palabras que empiecen con “DES”!, o, al menos, de aquellas que se conectan con la falta de algo, con la escasez de lo bueno, lo que hace bien al alma, al corazón, al espíritu. Es sábado, día del perdón, para los metafísicos, de la transmutación, de transformar las dudas en certezas, las angustias en alegrías, la desconfianza en fe. Sólo basta con correr la mira donde enfocamos el pensamiento en lugar de enclavarlo en sentimientos inciertos, oscuros, empezar por hacer un repaso mental de lo bueno que ocurrió el día anterior, acercar esos recuerdos, enfocarse en ellos, sirve, es un ejercicio muy útil para conectarnos con la energía positiva…
Eso es lo que estoy haciendo en este preciso momento. No paro de repasar mentalmente el recuerdo de esos pequeños y lindos aconteceres de anoche. No quiero tampoco enamorarme, no. Pero no puedo evitar recordarlo. Repasar el recuerdo de sus manos enormes, limpias, francas. Rememorar lo bien vestido que vino, afeitado, limpio, no sé si, perfumado, porque yo estoy muy resfriada, pero es probable que, sí. Además, él es una persona muy simpática, comunicativa, aunque se advierte en él algo encubierto, tal vez, cierto carácter un tanto impulsivo, fuerte, aunque el esfuerzo que hace por acallarlo es mínimo. Me gusta su torpeza, también, sobre todo, cuando algo lo perturba o lo excita. Que no parezca que estoy hablando de alguien bestial, para nada, no, tiene una buena preparación, se nota que es bastante culto. Pero no es del tipo medido, racional, no. Es espontáneo, o al menos, se muestra de ese modo. No lo conozco lo suficiente como para llegar a distinguir en él actitudes farsantes, sin embargo, se llega a vislumbrar en él, cierta dosis de cordialidad seductora un tanto exagerada, con la que busca lograr empatía con las mujeres, quedar bien con todas, caerles bien. Pero no me arriesgo a decir aún que a esta cualidad la llegue a utilizar con propósitos de manipulación…

Capítulo V
El tiempo fue transcurriendo. No pasa nada en particular. Salvo que, una especie de pálpito me condujo a volver a ver a Neri, quien me está ayudando con algunos asuntos relacionados con mi actividad. Menos mal que la vi. El día en que me reuní con ella me estaba por llamar por teléfono para invitarnos al Acto conmemorativo del día de la Tradición. Fuimos y estuvo realmente muy lindo. Compromisos…
El libro quedó bastante bien, no muy pretencioso, pero, sólido. En cuanto a Neri… Con ella, la primera impresión que me llevé fue un tanto ambigua, luego, al empezar a tratarla un poco más a fondo, descubrí algunos rasgos muy positivos, como, por ejemplo, su enorme fuerza de voluntad, su entusiasmo, su empuje – cualidades éstas, que yo, al principio y, tal como explicara antes, tenía muy fuertemente arraigadas , pero que, a medida que fue pasando el tiempo y aparecieron ciertos contratiempos, cierta mala energía que se fue inmiscuyendo, fueron menguando hasta prácticamente desaparecer. Hoy en día, realmente necesito su ayuda para volver a ser quien era en ese momento, volver a confiar en mí y en mis potencialidades.  Me fui dando cuenta, fui reparando en todo esto, recién a partir de este año, a partir de algunos sucesos altamente significativos: en primer lugar, para diciembre del año pasado – año 2010 – haber ganado un premio muy original,  Allí, en el ámbito de la institución organizadora, conocí a Ester y a Neri. Esta última me impresionó como un poco seria, demasiado. Esa noche no cruzamos palabra. Luego volví a verla este año, en el segundo de los eventos que reanimaron mis ganas de volver a dedicarme a estas cuestiones; en el medio, o quizá a los pocos días, sucedió lo del Te de Mujeres donde, de modo absolutamente inesperado, me encontré hablando en persona, ante todos los presentes, con el funcionario municipal, solicitándole ayuda, nada menos que, para publicar un libro con el Taller. Para mi sorpresa, su respuesta fue positiva, se mostró muy amable y educado explicándome cómo debía hacer yo para presentar el material,  Al poco tiempo vino el otro evento, el que, definitivamente, logró que retornara mi confianza, mis ganas de hacer cosas artísticas: La Feria del Libro. Fue el que me puso en contacto más directamente con Neri, me dio la posibilidad de tratarla más. Descubrí, como decía antes, algunos rasgos muy buenos, pero otros, no tanto, como su carácter un tanto gruñón, a veces, cierta aspereza para decir algunas cosas, . Una tarde, acaso la mejor que compartimos hasta ahora, tomando mate me habló sobre sus orígenes. Me confesó que había atravesado por una infancia muy dura, con padre y madre ausentes por cuestiones que no vienen al caso. No dudo que esas experiencias tan hostiles, la deben haber marcado, aunque,es evidente que han predominado sus buenas cualidades y su positividad. Todo eso, es lo que mueve mi admiración hacia ella, sin embargo, reitero, no dejan de incomodarme un poco esos otros rasgos, lo bastante como para desconfiar a veces de ella.
Por suerte, en ese ámbito, tuve ocasión de conocer también a Goli, una maestra que me resulta muy agradable, escribe muy bien y es bastante inteligente. Hay cierta afinidad con ella, creo, no lo sé muy bien, aún, ya que no la conozco lo suficiente.
Después, también al poco tiempo, vino la llamada telefónica donde Neri me explicaba que había un subsidio a mi nombre en tesorería. Claramente comprobé que es una mujer de palabra. Yo le había pedido ayuda tras esperar meses sin que pasara nada. Ella me prometió que lo iba a hacer pero, a cambio de que el acto de presentación de la Antología del Taller estuviese a cargo de la institución que ella presidía. Yo acepté la propuesta.
Luego de una semana o semana y media, me enteré que había resultado premiada, nada menos que en el último certamen literario, prestigioso en verdad, ya que está al frente de Elda F. – escritora y profesora de literatura con amplia trayectoria en ambas aristas. Esto me remontó aún más, dentro del ámbito cultural de la ciudad, luego de tantos años de estar trabajando, prácticamente, en el ostracismo.
Y así estamos. Al día de hoy, en apenas cuatro días, tengo que conducir la presentación del libro de mi colega y amiga, quien, además integró hasta hace muy poco tiempo, el Taller y, por otro lado, se me encargó que escribiera un pequeño texto de contratapa. Y en diciembre, el 12 para ser más preciso, estamos, con ADESA, presentando nuestro libro “Amanecer de la Crisálida”. Espero que todo salga bien…

Capítulo VI)
Aflojar… des – ajustar. Des – pojarse, des – hacer, des – aparecer, des – integrar, en fin… todo lo que tenga que ver con quitar, con des – hacerse de prejuicios propios, ajenos, concretos, posibles… El viernes a la tarde, después de haber resuelto un par de asuntos, obviamente que, relacionados con mis preocupaciones del momento: la presentación del libro de mi colega y amiga, el día anterior, por la noche; esa misma tarde, pero, un rato antes, la última clase del taller literario en la que se acordó que mantendríamos un par de reuniones más con la finalidad de resolver sólo lo relativo al acto de presentación de nuestra antología,  después de eso, otra reunión, la que debía mantener con Neri, la presidente de ADESA, la cual, se dio en un marco de total acuerdo y cordialidad – eso me devolvió la calma, la confianza en ella, la que, tal como narrara antes, se había resentido un poco por algunas actitudes suyas de poca monta - ; decía que, después de haber resuelto todo eso, llegué a mi casa, encontré a mi marido, muy compenetrado, armando las reposeras, lo cual, me alegró, ya que la tarde se prestaba para tomarse unos mates en el patio, al aire libre y a la sombra del jazmín; entonces pensé que ese era, al fin, el momento propicio y esperado, esperadísimo, diría yo, para tomarme un buen descanso y, de paso, disfrutar de la lectura del libro de mi colega y amiga, pero, pero …, fue así, sólo, durante un rato, porque, después … comenzaron a venir fantasmas, sombras, primero, de recuerdos recientes, todos, relativos al acto de la noche anterior: … las actitudes del funcionario que llegó a último momento, aunque sospecho que, en realidad, hacía ya un rato que había llegado pero estaría escondido en algún rincón o, posiblemente, arriba, en el entrepiso que, a todo esto, estaba colmado de gente, del mismo modo que todo el recinto - era inusual el número de asistentes para un acto de esa naturaleza y, pese al gentío, de todos modos, mi desempeño fue bueno, logré que alcanzara los niveles de las épocas en que conducía diariamente un programa de radio que tenía una fuerte audiencia en la región. Eso me llenó de alegría, esa misma noche e incluso, después, pero, no podía evitar que se filtraran esos fantasmas, esas sombras negativas… -. Como antes decía, el funcionario… me pasan cosas con él, no puedo negar que me atrae físicamente, es joven, apuesto; también me atrae a nivel intelectual, pero, lo conozco y, lamentablemente, no en circunstancias muy buenas que digamos…
Vuelvo a sus actitudes de esa noche, más tarde cuento cómo lo conocí y por qué razón le guardo rencor…si es que considero relevantes o consistentes esos datos conforme al propósito de esta novela, si es que acaso tiene alguno, ¿ después de todo, por qué no considerar que, en realidad, se trate de un des-propósito tal como lo digo al principio, no? Todo es posible… ¿sí?, ¿por qué no lo fue, no lo es ni, presumo que, lo será, el encuentro final con el ser que amo más allá de todo?, presumo que, no lo será, no en este mundo, al menos, a juzgar por cómo se encuentra en estos momentos… pero, tampoco quiero hablar sobre eso, no; mejor, sigo con lo que había dejado pendiente, lo del funcionario, sí… Se apareció, como decía, a último momento, se disculpó comentando que venía de otro evento y, para mi sorpresa, sólo dijo unas pocas palabras, para nada, formales, no… luego tomó, casi, con brusquedad, a Ali, la hija de mi amiga y colega, de la cintura – lo hizo delante de mí, lo noté, aunque, me hice la desentendida, para variar- y le dijo algo al oído. Entonces, Ali, al micrófono, declaró: ¡señores, el funcionario me dice “secretos”, al oído! SECRETOS…Luego, agregó: - no, no piensen mal, me dijo que aclarara lo del horario -, refiriéndose al horario en que se haría un homenaje al actor HG, que es su padre y, por ende, el marido de mi amiga y colega. En el momento, casi no registré el hecho pero luego, lo sentí como una especie de sensual provocación. Tan es así que, se me escapó el comentario, después, en medio de la charla que mantuve con Neri. Ella, fue, quien, en realidad, me sacó el tema. Me dijo: - parece que el tipo anda mal con la mujer - , a lo que yo, sin pensarlo dos veces, repliqué: - con razón, anduvo haciendo histeria con Ali -. Entonces, noté la gravedad con la que me miró Neri, como si se hubiera topado con algo inesperado. Yo, entonces, dejé el tema en suspenso, no insistí, más bien, cambié de tema.
Sin embargo, al recuerdo de las actitudes del funcionario, acudieron sensaciones inciertas, densas… O percepciones, no sé decir si podrían tratarse de premoniciones o de inseguridades mías. El caso es que, me vi presa de la angustia, de la desconfianza, empecé a percibir ciertos gestos negativos que, en el momento del acto de esa noche, pasaron casi inadvertidos, casi, digo, porque los llegué a notar, pero, no les había dado importancia en lo más mínimo; no obstante, en ese momento – ese viernes, por la tarde, casi a la nochecita, poco antes de que saliéramos a pasear y a comer algo, tal como lo habíamos arreglado antes; todos esos gestos se agolparon, todos juntos, sintetizando, el principal y el peor de todos ellos: el des-aire. No podía entender la razón, el por qué, pero fue así. El desaire de las hijas y el de mi colega y amiga, misma, cuando, débil y vieja como está, aun así juntó fuerzas suficientes para adelantarse a mi alocución y tomar el micrófono para agradecer a todos, hasta a Dios y señor nuestro, menos a mí … El desaire del mismo funcionario que no me saluda, siendo que, como decía antes, me conoce bastante; el de Dan San, que apenas me dirigió la palabra y, por obligación, ya que yo me acerqué a saludarlo… Es evidente que todo tiene que ver conmigo, es decir, guarda íntima relación con mi persona… Entonces me pregunto por qué, qué habré hecho de malo, cuáles son las actitudes que tanto joden a la gente… Porque estas situaciones, estos gestos se han venido repitiendo desde hace un tiempo; el año pasado, por ejemplo, también, para esta época, aunque, en realidad, desde antes, poco tiempo después de que empecé a trabajar en el instituto , claramente marcados y sucesivos gestos de desaire por parte del dueño y responsable de esa institución, después, para esta época, simplemente, lo ocurrido con  su madre , fue el motivo, más bien, la escusa que este hombre andaba buscando  para no llamarme este año a trabajar. Luego ampliaré este tema también y, del mismo modo, si lo llego a considerar relevante para esta vana historia, al igual que el tema del funcionario. Y así como eso, la cadena de rechazos, de ninguneos, de desaires recibidos por parte de la gente es interminable… Todo me hace, tarde o temprano, recaer en el mismo problema, podría decir que en realidad, ya es un defecto: mi tendencia, más aún, mi obsesión por estar todo el tiempo poniendo mi atención en las actitudes de los demás para conmigo, en lugar de preocuparme sólo en mi vida, y los asuntos que ella involucra, mis hijos, mi esposo, mi familia en general … Siempre estoy con ese temor, con esa inseguridad de perder el poco posicionamiento que, de repente, voy logrando con mi actividad, y a la vez, no sé por qué me ocurre esto; no tiene mucho sentido que me ocurra porque todo el tiempo aparecen cosas hermosas a este nivel, sin embargo, cuando, finalmente vienen las recompensas por las que estuve esperando largo tiempo, me cuesta creer en eso, entonces empiezo a buscar excusas para auto boicotearme… ¿no estaré exagerando con tanto pudor, con tanto miedo?, ¿miedo a qué?,¿acaso, quién, en esta sociedad, en pleno siglo XXI, puede jactarse de no haber hecho nada, aunque, mínimamente, reñido con la moral o las buenas costumbres?¿quién?.Todo eso lo pensé luego, en realidad, recién, desde ayer por la noche pero me sirvió lo bastante como para poder tranquilizarme, aunque, no, del todo.
Más tarde, la nubecita de negatividades se transformó en un nubarrón, en un cúmulus limbus enorme, producto de la ira de los elementales que impidieron que se llevara adelante el acto en homenaje al actor HG, a juzgar por el tormentón que se vino… La ira de los elementales o, tal vez, del mismo H, que, yo sé muy bien que, en vida, supo tenerme mucho aprecio, valorar mucho mi trabajo, y no habrá, por ende, aprobado la desatención que tuvieron, principalmente, sus hijas, pero, también, su esposa, para conmigo, sobre todo, esta última, teniendo en cuenta los años que nos conocemos, los favores que le habré hecho; también, por supuesto, los que ella, ambos, me habrán hecho a mí, claro está; pero yo le hice muchas gauchadas, incluso, esa misma noche cuando, indirectamente, le llevé gente y que ella, seguro, no esperaba, ya que no los conocía, al menos, hasta ese momento… Quien sabe… Lo único que espero es que a esa tormenta no la haya desatado mi ira, a ver si ocurre lo mismo el día de nuestro acto… No, por favor, que ese día, no llueva, no, no…

VII) Los días siguieron su curso, pasando, transcurriendo, con su devenir libre de todo, independiente, ajeno a las turbulencias internas, a esa oscilación pendular de ir y venir entre la luz y las tinieblas, a cada momento… Porque, por dentro, en cambio, todo se convulsionaba sin sentido, es decir, no había nada, en concreto, nada, de afuera, que justificara mi estado anímico, simplemente, la incertidumbre... Sobre todo, sobre, por ejemplo, el futuro acto de presentación de nuestra antología, sobre el supuesto odio, rechazo o, por el contrario, excesivo interés del mandatario para conmigo, sobre, por ejemplo, actitudes de Ali que aún no logro entender si son producto de los celos, de la envidia o simplemente y, para variar, sólo, paranoias mías…
Y llegó, de nuevo, el sábado, esta vez, soleado y caluroso, lo cual, indicaba que el homenaje al fin se haría, que el actor recibiría lo merecido… Y así fue… Una tarde cálida, una esquina rodeada de personas, no muchas pero, quizá, las que tenían que estar, ya que todas ellas, de algún modo, lo habían conocido, habían entablado relación con él, lo apreciaban… Estaba el amor impregnando la atmósfera de encanto, de recuerdos, de emociones… Y estaba él… o mejor dicho, ellos… Alguien, un colega del teatro con quien había tenido la ocasión de compartir una actividad ligada a lo actoral, y estaba el otro, el funcionario, el mandatario… La noche anterior, viernes – doble despedida mediante – me encontré casualmente, comiendo y tomando bastante cerveza, con el grupo del centro cultural, pero estaba otro, también presente, el profe… Se lo podía notar bastante alegre, a decir verdad, más de lo habitual, acaso, un tanto eufórico. Yo, encima, como venía de la otra despedida, con el libro nuevo bajo el brazo, ya que mi propósito en ese lugar se había enfocado, más que nada, en tratar de difundirlo y de anunciar la fecha de su presentación, no paraba de hablar, de anunciar también allí todo acerca de ese acontecimiento, él entonces, no perdió oportunidad de armar una conversación sobre ese tema, sobre otros relacionados, y, al final, me encontré hablando casi todo el tiempo con él, sobre cuestiones de la más diversa índole. La tarde del sábado, yo, a los otros dos, no los había visto de inmediato, no. Llegué con A. media hora más tarde debido a una conversación telefónica, también, relacionada con la nueva antología que, francamente, no sólo me pareció inoportuna sino, además, injusta. Esto me sumió en cierto enojo que, aun así, logré controlar y menguar lo bastante como para disponerme al fin a salir de mi casa. Luego del Homenaje iríamos a una fiesta popular que se desarrollaba en una localidad vecina. Entonces, allí estábamos, arribando media hora más tarde. Ali ya estaba dando su discurso, nosotros nos ubicamos donde pudimos. Recién entonces lo vi, me refiero al funcionario. No pude evitar comenzar a sentir cierta perturbación, cierta timidez, cierta extrañeza incluso. Confieso que no esperaba verlo allí, en un evento tan pequeño, tan próximo a nosotros. Me quedé allí, sin casi moverme, por timidez. Pasado un rato en el que hubo de todo: descubrimiento de placa fileteada, canciones en francés, discursos familiares, todo, sumamente entrañable, emotivo, pero… Yo no llegaba a apreciarlos, no me relajaba, es decir, intentaba concentrarme y sentir todo eso, pero, lo lograba a medias, porque allí estaba él, a pocos pasos de mí, y hasta me parecía que, de tanto en tanto, miraba… Pasado ese rato, decía, se dio nomás, lo que tenía que darse: yo quedé sola, sobre la vereda frente a la escuela, A., del otro lado, el grupo de danza, actuando sobre la calzada. Entonces, lo sentí, sin mirarlo siquiera, me di cuenta de que, al verme sola, se aproximó hasta quedar justo detrás de mí, yo entonces apelé a mi intuición, me dije, “ahora”, y me di vuelta, él, antes de que yo hiciera nada, me saludó con un “hola, que tal, cómo te va”, es decir, me tuteó, aunque, claro, no me dio un beso porque había gente conocida alrededor. Yo le respondí: “bien, y vos, como estás”. Me sorprendí del modo, cómo lo hice, digo, tuteándolo también. Para disimular la turbación, justo vi que Aura estaba delante, entonces, le toqué el hombro, la saludé e intercambié dos o tres palabras, las suficientes, para darle tiempo a él a retirarse con disimulo e irse de allí, porque, luego de esto, se fue, así, sin más… Como si hubiera estado allí sólo esperando a que se diera ese momento de poder estar cerca de mí y saludarme… Ni bien advertí que se iba, sentí la necesidad de seguir con mi actuación, entonces, bajé al medio de la calzada para buscar ponerme en contacto con A, que a todo esto me reprochaba, por qué me había quedado allí y yo, para justificarme, intentaba explicarle mi torpeza con el uso de mi celular cuando tengo que sacar fotos. En ese momento, reparo en que el otro, Mau, se encontraba justo delante de nosotros, se dio vuelta y, allí ocurrió el otro saludo, que tuvo, en cambio, un tono de más confianza y estuvo seguido de una pequeña charla, dada la relación que hay entre nosotros, aunque hiciera tiempo que no nos veíamos… Tres, el profe, el colega, el funcionario….los tres se me juntaron para aumentar un poco mi autoestima, un tanto alicaída, para variar, como siempre… Sin embargo, apenas alcanzó para estimular los momentos que se sucedieron hasta el final de ese sábado, muy tarde, en la madrugada. Luego todo volvió a la normalidad, a esa constante inclinación mía de ir y venir entre la luz y las tinieblas, esa que siempre termina empañando lo transparente… El lunes a la noche, todo volvió a colapsar, lisa y llanamente… Al volver de mi casa – ni vale la pena, aquí explicar de dónde – y encontrarla inundada debido a un desperfecto en la cañería que, aún hoy, nadie, pudo explicarse, ni siquiera, yo misma; sentí aquel hecho como el cachetazo, o el baldazo de agua fría que me faltaba recibir para recapacitar, para reparar en todo, en lo que estaba ocurriendo conmigo… Tenía que revalorizar mi vida, no tenía sentido estar tan enfocada en el afuera, en las nimiedades de fulano, mengano, descuidando y menospreciando lo que tengo, lo que soy, lo que hago… Era tiempo de reaccionar. Y así hice. Hoy estoy de nuevo concentrada en mis asuntos domésticos, que no son nada fáciles, pero son los que, en verdad, merecen mi preocupación…

"creo que me estoy volviendo loca" (introducción)

Creo que me estoy volviendo loca, lisa y llanamente… El motivo de mi preocupación, encima, ni siquiera tiene la consistencia lógica, la claridad suficiente como para poder ser compartido con nadie, ni siquiera, con la persona más cercana, si es que acaso pudiera contar realmente con una persona de confianza, es decir, alguien que pudiera entenderme de verdad. Soy muy solitaria, siempre lo he sido, aunque, estos últimos años, sobre todo, después de que me enfermé, pude abrirme más socialmente, sin embargo, para ciertas cosas sigo siendo un tanto mezquina; es que me invade cierta inseguridad con respecto a qué pueden llegar a pensar sobre mí si en verdad me explayo sobre algunas de mis preocupaciones. Esto es así , como podrá imaginarse el lector ocasional, debido a la índole de mis problemas existenciales, (lo entenderán más claramente cuando al fin logre exponerlos en lugar de seguir dando y dando rodeos sin poder precisar mis ideas de un modo rotundo, valiente, sincero).
Por lo pronto, se trata de problemas “del corazón”, como vulgarmente se los llama… Para mal de males, un corazón que hoy viene estando invadido por un sentimiento que aún no he podido definir muy bien pero que, sin dudas, es amoroso. El problema, no es en realidad esto, sino, el destinatario de este sentimiento: otro músico, sí. Para colmo, si bien no tan reconocido ni popular como el anterior, porque se trata de un músico de jazz, ya se viene granjeando cierto prestigio un poco más masivo, más precisamente, después de un ciclo televisivo, un programita de muy corta duración conducido por cierto periodista radial especializado en este tipo de música que le confió en ese momento la dirección musical del proyecto. “M para S” (no pienso develar el nombre en forma completa, ya que si lo hago, muchos de ustedes lectores potenciales o reales, se darán cuenta enseguida de quién estoy hablando … ven, es por esto que digo que se trata de alguien conocido, lo bastante como para quedar muy expuestos, tanto él como yo, llegado el caso)
Yo me sentí atraída hacia él con este ciclo, aunque la cosa, el sentimiento, digo, no pasaba a mayores. Un tiempo después lo fui a ver cuando presentó su disco anterior “N”. Esa noche, aunque yo me había sentado lejos del escenario, noté no sólo, alguna que otra mirada furtiva, sino que empezó a mostrarse mucho más simpático que de costumbre, cuando aparecía por televisión o tocando en la banda del músico que yo tanto había admirado y había visto cantar en vivo. En realidad, el tema de las miradas mutuas, había arrancado ya en uno de los últimos conciertos de este otro músico, aunque, de un modo mucho más disimulado. Ya por entonces empecé a reparar en él. Pero no fue hasta después del mencionado ciclo televisivo que yo, como decía antes, me empecé a “embalar” en el tema, como se dice vulgarmente …
Después lo vi en vivo tocando a dúo con un conocidísimo músico uruguayo. Me acuerdo que nos agarró la lluvia a todos pero la experiencia de estar cantando, bailando, dejando de lado todo tipo de prejuicios, fue tan divertida … Quedamos todos como envueltos en esa alegría casi infantil. Yo que siempre me fijé mucho en cómo me pueden ver los demás, si tengo, por ejemplo, el pelo bien arreglado o estoy bien vestida o maquillada, esa noche me olvidé de todo y empecé a cantar y a bailar al son de la tabla o los tambores … Esto, lejos de desagradarle – me refiero a verme toda mojada y despeinada – a él pareció gustarle mucho más, ya que comenzó a acercarse al escenario todo lo que pudo y no le importó para nada mojarse hasta el tuétano!!
Después no lo vi más y entonces, mi admiración creciente, mi sentimiento de gratitud por haberla pasado tan bien, se fueron desvaneciendo, a medida que nuevos problemas y asuntos invadían el escenario cotidiano, clamando a gritos ser resueltos, como suele suceder.
Este año lo volví a ver. Ahí andaba yo inmersa en un cúmulo de preocupaciones, totalmente ajena a cualquier cuestión de índole sentimental, cuando, de pronto me enteré de que estaba presentando un nuevo disco y una nueva banda y que vendría a tocar a R. ¡ Fue como haber recibido, de pronto el soplo de oxígeno que andaba necesitando, después de tantas presiones, por momentos, asfixiantes! No sé, empecé a sentir otra vez esa misma alegría que me había invadido aquella noche, al aire libre, cuando nos agarró la lluvia…
Llegó el momento esperado. Lo vi otra vez… Fue entonces cuando, pude confirmar para mí misma, lo que venía ocurriendo. Mi butaca esta vez estaba mucho más cercana al escenario que antes, así que pude captar mucho mejor las miradas, las sonrisas, ciertos gestos … Al principio, cuando me vio, lo noté algo tenso, pero, enseguida se soltó y volvió a mostrarse sumamente gracioso, divertido, contento, es el adjetivo exacto; tal vez, demasiado …En un momento, entre la sarta de bromas dejó deslizar esta : “bueno, espero poder venir seguido, seguramente, me van a ver por aquí pronto … es que tengo una prima, pero una prima que, francamente, está re fuerte”, entonces comenzó a reírse y pude percibir cómo me miró. Creo que A, que estaba conmigo, se dio cuenta, porque también lo noté atento al movimiento, en todo momento.
Días después, todo se volvió color y aroma a rosas por doquier. Lástima que duró poco. Creo que yo lo arruiné, como siempre. No tuve mejor, o peor, idea que unirme a un sitio Web muy conocido y me hice su admiradora virtual, pero, cada vez que comento alguna de las pelotudeces que sube a su muro, jamás me responde. La noche anterior a la actuación que brindaría en el Chaco, decidí dejarle un comentario deseándole suerte. El no me lo contestó pero, oh, casualidad, esa misma noche, alguien desconocido me comentó uno de los patéticos videitos que tengo subidos en UT, donde aparezco cantando y tocando la guitarra; siendo que jamás nadie lo había hecho, aunque, sí, alguno había sido votado , otro fue elegido “favorito” y tuve un par de solicitudes de amistad … De todos modos – y aquí está la razón por la que no pude contarle esto a nadie – si lo analizamos utilizando la lógica, podría tratarse de una mera casualidad, punto. Esto, sin embargo, provocó mi inhibición. En efecto, estuve unos días sin comentarle nada hasta este último viernes. Ese día anunciaba que hoy, domingo, tocaría gratis en el Monumento más importante que tiene Bs. As, y, oh, casualidad, otro comentario de otro personaje desconocido apareció en otro de mis videítos.
Ayer a la tarde empecé a sentirme mal del estómago. Durante las primeras horas, cuando estábamos en el shopping, el malestar pasó, pero cuando volvíamos, me empecé a intranquilizar. Ya en mi casa, decidí finalmente abrir mi sitio en el Fc y allí, para mi sorpresa, me encontré con que, todos los comentarios que le había dejado en su muro habían desaparecido! Para colmo, al ingresar a UT vinieron a mí unos viejos videos del músico de mi alma, ése al que tengo bastante postergado debido a este asunto reciente, después encontré el de un programa de rock rosarino sobre su reciente venida a Rosario en Febrero de este año. Empecé a recordar lo tarde que llegué esa noche en la que daría un concierto al aire libre en un lugar demasiado pequeño para la cantidad de gente que se presentó . Encima, mi hermana casi no podía caminar porque se había accidentado hacía poco tiempo, y yo tenía roto el auto! Demás está decir que pudimos ubicarnos muy lejos del escenario, demasiado como para siquiera intentar acercarnos a él. Terminé mi noche llorando de celos, de impotencia, al ver en el video del programa, cómo había estado firmando autógrafos y se había estado fotografiando con algunos fans a primera hora de la tarde.
Hoy estoy deambulando, cavilando, vagando como un fantasma…Me invade la incertidumbre, la confusión. Anoche, después de haber rememorado lo ocurrido o no, esa noche de febrero, después de haber visto de cerca su rostro, esa mirada suya de eterna añoranza – yo quiero creer que yo sería su destinataria, que acaso habría estado esperando por mí toda esa calurosa tarde, que habría deseado que uno de aquellos pocos fans de ese momento , porque, insisto, a la noche todo se colmó de una manera que se tornó una masa informe, de la que dudo que haya alcanzado a visualizarnos; hubiera sido yo, acercándome, para pedirle un autógrafo, abrazarlo, sacarme una foto con él … Es mi fantasía o mi ilusión, eternas …
Después de todo eso, había decidido no pensar más en el otro, no pasar más por su muro, no comentarle más nada, y volver a serle fiel al primero, a mi músico de toda la vida. Pero hoy… Nada está tan claro ni es tan fácil. Aunque yo intente reprimirlo, todo el tiempo viene a mis oídos el recuerdo de esa lánguida melodía, de esa música por momentos vampírica, corrosiva, de esa “Triste Danza” que se apodera de mí de un modo cruel, digo esto, porque, al mismo tiempo, la respuesta del otro es nula, es más, la creo injusta. Nada de malo tenían mis comentarios para que hubieran sido suprimidos así, sin más.
Pasé mi día como pude, a la tarde fui a lo de mi mamá, me encontré con mi tía, con mi hermana… Con ella nos fuimos después a caminar al Campo de la Gloria – había bastante gente - , bajamos a la pasarela nueva, también, lo mismo… el día estuvo radiante, hermoso, pero yo no pude disfrutarlo del todo, porque mi intranquilidad y mi angustia no cesaban.
Finalmente, a la noche, decidí consultar de nuevo el Fc. Cuando entré a su muro, vi con sorpresa que ¡todos mis comentarios habían sido repuestos! Después, ya en mi muro, encontré una solicitud de amistad de un tal “Saltimbanqui verde” que, la verdad, me da de sospechar, a juzgar por la escueta, casi nula información expuesta sobre él. Sólo figuraban unas páginas con nombres sorprendentes, dentro de su información: “Antonin Artaud”, “Sigmund Freud”, y, no recuerdo el nombre de las demás. Esto me hizo pensar que, el hombre misterioso que procura ayudarme de ese modo, quizá no sea quien yo estoy pensando, el reciente músico de jazz, sino el otro, el de toda la vida.
Acepté la amistad de este Saltimbanqui, ¡claro!, ¡Qué creían! Sea quien sea este sujeto, o acaso, una mera casualidad, no voy a ser yo quien corte el jueguito este. Si hay algo que en verdad condimenta mi vida, la motiva, la alegra, son estas idas y venidas amorosas. Además, como diría el músico de jazz, el reciente, apropiándose palabras de un travesti loco que anda deambulando por todos los programas televisivos : “Hasta Tinelli o el Maipo no paro, yo no paro”. Yo… Tampoco.
P.D. Lo tan sorprendente o peculiar, terminó siendo una certeza perteneciente al mundo real. Saltimbanqui Verde no era otro que, el Ema, un amigo mío del alma, ningún juego …